Nacido en Madrid (1921-2003), desde muy temprana edad se reveló como un dibujante impecable. Los primeros registros de su actividad artística datan de 1934 y 1935 por premios de dibujo en el concurso infantil de la Agrupación Artística Castro-Gil. Cursó bachillerato en el colegio Ezequiel Solana donde su hermano Salvador impartía clases de arte, hasta que la Guerra Civil interrumpió sus estudios.

Nunca dejó la actividad artística, al contrario, se valió de ella para combatir los años de penuria con la venta de crucifijos, vírgenes, belenes y figuras de tema taurino, que era lo que entonces tenía buena salida, y le acercó al tema de los belenes, que tantas satisfacciones le dio. Tenemos constancia documental de actividad en exposiciones organizadas por el grupo de empresa de Educación y Descanso en 1961; pero no reanudó sus estudios artísticos hasta 1966 cuando cursó dos años de pintura en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Madrid y uno (1968-1969) de forja, todos con calificaciones inmejorables.

Desde 1966 a 1974 desarrolló una gran actividad con numerosas exposiciones y premios, de los que destacan su éxito en la II Bienal de Arte Universitario de Palma de Mallorca en 1966, la medalla de oro en la modalidad de moderno de la Asociación de Belenistas para su belén de los Almacenes España en 1968 y el 1º y 3º premios en la especialidad de hierro en el concurso conmemorativo de los 50 años de la Agrupación Cultural de Telefónica en 1971.

Junto con sus compañeros mantuvo la costumbre de ganar algún premio de la Asociación de Belenistas en su centro de trabajo, la central telefónica de Ventas, hasta su jubilación en 1985 (las fotos que se exhiben de uno de esos montajes fueron realizadas por su sobrino Fernando Arribas Campa).

Fue un hombre de ingenio desbordante que tocó todas las ramas del oficio, desde la pintura de carteleras de cine o anuncios para los tranvías en los años cuarenta y cincuenta, dibujos y caricaturas para publicaciones, bocetos para colecciones de moda y como base siempre su excelente dibujo, cuyos trazos plasmó en el aire con sus esculturas de alambre.

Nunca abandonó la actividad de la mano de una curiosidad incesante por todo lo nuevo, lo que sí hizo fue decantarse poco a poco por temas más frívolos, como la caricatura que practicó desde niño junto a sus dos agudos sentidos: el del humor y el de la observación.