Salvador Arribas Serrano (Madrid 2-4-1910 a 11-5-1996) cursó estudios en la Escuela Municipal de Artes Industriales de Madrid desde el año 1923 a 1932 y fue becario de dicha Escuela desde el año 1932 a 1934.
El 28 de febrero de 1934, tras superar las oposiciones correspondientes, fue nombrado por el Ayuntamiento de Madrid "Profesor Auxiliar de Talla en Madera" de la Escuela Municipal de Artes Industriales, cargo que desempeñó hasta mediados de 1936, comienzo de la guerra civil española. En este año de 1936 contrajo matrimonio con Encarnación Valiente García, con la que tuvo dos hijos: Salvador y Mª Isabel.
En 1940, finalizada la guerra, siguió desarrollando su actividad artística, de forma independiente, en el campo de la escultura y la acuarela (su gran pasión).
En 1955 fue requerido, junto con Guillermo Larrazábal, por D. Manuel Mora Iñigo, amigo y condiscípulo suyo en la Escuela Municipal de Artes Industriales de Madrid y a la sazón miembro de la sociedad "Industrias Artísticas ÁLVAREZ-MORA Y CÍA", para viajar a Cuenca (Ecuador), con el proyecto de instalar una fábrica -que al tiempo fuera Escuela de Artes y Oficios- y emprender diversas obras de ornamentación en la Catedral de la Inmaculada Concepción de Santa Ana de los Ríos de Cuenca, así como la realización de una cruz de plata repujada de 3,03 m. de altura, para un Cristo de proporciones naturales "el Señor de los Milagros de San Pedro de Quingeo". Dicha cruz fue realizada por Salvador Arribas, junto a un sagrario de plata existente en la misma Iglesia (aprovechando la plata sobrante de la cruz).
Una vez en Cuenca, Salvador Arribas y Guillermo Larrazábal son admitidos legalmente como nuevos socios de la Sociedad ALVAREZ-MORA y CIA, a la que, a partir de ese momento denominaremos "A.L.M.A.", comenzando su nueva andadura.
En 1956, y una vez concluida la cruz del Sr. de los Milagros, Salvador Arribas cooperó intensamente con Guillermo Larrazábal en la realización de las vidrieras de la Catedral encargándose de las ventanas de la parte baja de la misma, compaginando estos trabajos con otros de carácter no litúrgico como el busto en bronce del Padre Matovelle y placa conmemorativa de Humboldt.
A finales de 1958, consideró finalizado su compromiso con la Sociedad "A.L.M.A.", se trasladó a Quito y estableció su taller en un local anexo a la Iglesia Convento de Santa Teresita de Quito, de los Padres Carmelitas Descalzos, para los que realizó múltiples trabajos y con los que mantuvo una gran amistad. Allí permaneció hasta su regreso a España.

En resumen e incluido este último período, sus obras pueden agruparse de la siguiente forma:

Vidrieras artísticas:
Ventanas de la parte baja de la Catedral de Cuenca.
Las ventanas de la capilla del colegio de las Madres Mercedarias de Quito.
Seis ventanas con figuras para el Asilo de Ancianos " Corazón de María" de Quito.
Seis ventanas con figuras para la capilla de las Madres Carmelitas en la Urbanización " Los Ceibos" , Guayaquil.
Ocho ventanas para la Iglesia de las Madres Carmelitas de Riobamba.
Una ventana con figuras para la iglesia de Valencia.
Una ventana con paisaje para D. René Álvarez, Quito.

Cobre cincelado:
Las andas del "Jesús del Gran Poder" de la Iglesia convento de San Francisco de Quito.
Las andas de la Virgen, de San Francisco de Quito.
La decoración de las cinco puertas de la Catedral de Guayaquil.
Vía Crucis en alto relieve para la Iglesia de los Misioneros Carmelitas, Quito.
Comulgatorio de la Iglesia del Asilo de Ancianos "Corazón de María", Quito.
Comulgatorio de la Capilla de las Madres Mercedarias de Quito
Baldaquino y cuatro lámparas para la Iglesia de Santa Teresita, Quito.

Plata cincelada:
Cruz de 3, 05 m.para la iglesia de San Pedro de Quingeo, Cuenca.
Un sagrario y cruz alta para la misma iglesia.

Escultura:
Busto en bronce del Padre Matovelle, Cuenca.
Busto en bronce del Sr. Calero, Guayaquil.
Virgen de alambre de 2,50 de alto, para Cariamanga, Loja.

Pintura:
Vía crucis de la Iglesia de Santa Teresita, Quito.

Mosaico veneciano:
Toda la decoración del altar mayor de la Iglesia de Santa Teresita, Quito.
Escudo de armas de la fundadora del Carmen Alto, Quito.

Hay que añadir que Salvador Arribas compaginó siempre estos trabajos con su faceta de acuarelista, obteniendo los siguientes premios:

PRIMER PREMIO en el concurso de diseños para artesanías promovido por el centro de Desarrollo "CENDES" conseguido en la rama de la madera.

SEGUNDO PREMIO en el anterior concurso conseguido en la " Rama de los Textiles".

PRIMER PREMIO: donado por casas comerciales para el concurso de tarjeta con motivos navideños organizado por el Departamento de Cultura del Municipio de Quito.

SEGUNDO PREMIO en concurso de carteles organizado por la fábrica de cigarrillos "El Progreso", Guayaquil.

Fue un artista polifacético y prolífico, que dominó a la perfección todas las técnicas mencionadas.
En 1967, por razones familiares, regresó a España, alternando su residencia entre Madrid y Casas de Vés, provincia de Albacete, donde estableció su estudio y creó, además, una escuela de pintura. En esta etapa se dedicó fundamentalmente a la escultura y la acuarela, celebrando, entre otras, exposiciones en:

1970.- Palacio de la Excelentísima Diputación Provincial de Málaga.
1971.- Caja de Ahorros de Ronda.
1971.- Casa de Málaga de Madrid.
1971.- Casa de la Cultura de Murcia.
1973.- Sala de Exposiciones del Palacio del Infantado de Málaga.

En enero de 1977 se reincorporó al servicio activo en su plaza de profesor, en la actual "Escuela de Cerámica de la Moncloa", del Ayuntamiento de Madrid, prestando servicios hasta el mes de abril de 1980, fecha de su jubilación.

Salvador Arribas amó a Ecuador. Como artista que sabía reconocer la belleza allá donde se encontrara, y desde el momento de su llegada se enamoró de ese país (al que consideró su segunda patria), de sus paisajes, su música, sus gentes, su clima… y ese amor trató de reflejarlo en todas sus obras. Los años pasados allí, en compañía de su esposa y, temporalmente, de sus hijos, fueron, según él mismo manifestaba, los más felices de su vida, sólo empañados por la lejanía de sus seres queridos.
Por ello siempre llevó su recuerdo en el corazón y regresó en múltiples ocasiones para reencontrarse con sus vivencias y con los muchos y queridos amigos con los que mantuvo, hasta su final, una relación entrañable, continua y constante.
Al parecer la relación de amor con Ecuador fue mutua y desde princios de este siglo una calle de la ciudad de Cuenca lleva su nombre.